Mártires del coronavirus: Entre la discriminación y la lucha por la vida

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El mundo se encuentra sumido en la incertidumbre ante una amenaza sin precedentes, un enemigo invisible que nos ha obligado a confinarnos, sin lograr dilucidar el futuro que esta coyuntura nos depara, o siquiera cuando llegará ese futuro. Sin embargo, existen personas dispuestas a librar esta batalla contra el coronavirus; aquellos profesionales de la salud que, a riesgo de su propia integridad, y sacrificando tiempo valioso que podrían estar pasando con sus allegados, se ponen el uniforme para cumplir con su necesaria misión de salvar vidas.

Ahora bien, a pesar de sus plausibles acciones, su profesión ha sido blanco de reacciones negativas por parte de la gente; esas reacciones que nos recuerdan a diario que los ignorantes son la verdadera pandemia.

En primera instancia, encontramos la subvaloración de su labor. Muchas personas han manifestado que el reconocimiento al personal de la salud es exagerado, puesto que se prepararon para eso y, de todos modos, ese es su trabajo. Si bien, esto para algunos puede sonar razonable, no deja de ser injusto ignorar la labor que realizan; sobre todo teniendo en cuenta que esta misma no radica en un accidente. Me explico. Los profesionales cumplen con la misión de salvar vidas, y estudiaron de seis a siete años para dedicarse a ello. Esto quiere decir que su vocación siempre fue la de ayudar a otros, así lo decidieron; lo cual es una demostración de empatía que no debe ignorarse bajo ninguna circunstancia.

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Ahora, en segundo lugar, se encuentra el otro extremo, y es el de encontrar equívocos calificativos para mitigar la gravedad de las circunstancias a las que se enfrentan. Muchas personas han adquirido la nefasta costumbre de llamar héroes a los médicos, acompañados de infinitos y sonoros aplausos. Sí, puede sonar bonito, puede parecer un gran homenaje; sin embargo, esto solo representa una forma de obviar las dificultades que se ven obligados a sobrellevar, una forma de maquillar los grandes problemas del sector para el cual laboran. Simple, ellos no son héroes, y no quieren serlo, son mártires; víctimas de las precarias condiciones laborales a las que se ven sometidos por no ser prioridad para el gobierno de turno. Y no, los aplausos no sirven, el apelativo tampoco; pues en vez de romantizar su constante sufrimiento, deberíamos indignarnos por los culpables de que ellos se encuentren trabajando en esas condiciones.

Finalmente, la discriminación, la iniquitiva e inexplicable discriminación. Los han insultado, los han señalado, les han negado la entrada, han llegado a amenazarlos de muerte a ellos y sus familias; los profesionales de la salud han sido blanco de repudiables ataques por el solo hecho de portar un uniforme. En fin, una caterva de ignorantes.

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A pesar de todas estas injusticias, no desisten de su profesión, pues su deseo de ayudar a otros puede más; por eso, debemos agradecerles,reconocer su gran labor y clamar por la mejora de sus condiciones; pues su valentía y entrega para luchar contra esta pandemia será la que nos ayude a consolidar una batalla victoriosa.

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